abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes pocas fuerzas, has guardado mi palabra y no has negado mi nombre.
Apocalipsis 3:8
Vengo ante tu presencia Señor para agradecerte porque Tú nunca nos has abandonado, aun cuando a veces nuestro caminar no ha sido del todo correcto. Hoy me paro en la brecha por las familias que todavía no han entrado por las puertas de bendición que Tú les has abierto; no porque no quieren, sino porque no se les ha revelado que las puertas que Tú abres, aunque el infierno se oponga, no podrán cerrarse. Intercedo por esas familias, amado Jesús, porque algunas ya no tienen fuerzas para seguir; sin embargo, no se han avergonzado de ti Señor, sino que han confesado tu nombre delante de sus amigos, jefes y familiares. Tú madre soltera, tú viuda, y todos los que pusieron a Jesús por encima de todo, ¡ustedes recibirán bendición! Oro para que Tú Señor renueves sus fuerzas y sean capaces de alcanzar las bendiciones que tienes para ellos. Escrito está que Tú eres la puerta, y el que por ti entre, será salvo, y saldrá y hallará pastos. ¡Gracias Señor! Amén.
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